El origen de la Democracia Real

Marx sólo trabajó su crítica política sobre parte de la “Filosofía del Derecho” de Hegel. De las tres partes en que se dividie el curso de Hegel pronunciado en la Universidad de Berlín -el derecho abstracto, la moralidad subjetiva, y la moralidad objetiva- Marx sólo aborda la parte relativa al Estado, dentro de la tercera parte, que es a su vez la tercera tras las dedicadas por Hegel a la familia y a la sociedad civil. En dos de los textos que Marx publica en 1843 y 1844 en los "Anales Francoalemanes", elabora una triple crítica a la filosofía del derecho hegeliana. De las tres críticas, la primera y la segunda van dirigidas hacia el aspecto especulativo hegeliano: hacia el abandono del hombre real y concreto por la abstracción del espíritu, primero: y hacia la explicacion del movimiento histórico en terminos ideales, después. La tercera crítica aborda las relaciones entre la sociedad civil y el Estado: es de aquí de donde parte la clásica distinción que se extiende por todo el marxismo entre democracia formal y democracia real, tan de moda en las últimas semanas en nuestro país.

Hegel había advertido la peculiar situación en que se encuentra del hombre moderno: en cuanto ciudadano, participa de los asuntos del Estado, haciéndolo así en la universalidad y el interés general; pero más acá de eso, el hombre moderno pertenece a la sociedad civil, que tiene que ver con la satisfacción de las necesidades laborales y las actividades profesionales, y que conduce, evidentemente, a la división del trabajo y la particularidad de los intereses. Este interés -más allá del amor que es lo que caracteriza a la familia- es lo que constituiría la "naturaleza" de la sociedad civil.

En términos marxistas, este ámbito de la sociedad civil -interpretado por Hegel desde el punto de vista jurídico-filosófico- es aquel en el que el hombre está encerrado en sus necesidades materiales. Como es conocido, esta es una de las líneas básicas de la teoría marxiana de la alienación: el asalariado no posee mas que su fuerza de trabajo, de la que es desposeído por el empresario capitalista. Invierte el grueso de su vida en el trabajo en la fábrica, del que extrae lo justo para satisfacer sus necesidades y las de su familia.

En lo que para Hegel era la sociedad civil, el proletariado se ve así para Marx encerrado en el círculo salario-trabajo-necesidad material. ¿Y más alla de ese círculo vicioso? Donde para Hegel reside la libertad universal, queda para Marx la libertad burguesa. En la democracia burguesa se eligen representantes por sufragio universal, a través de un proceso de deliberación, discusión y voto. Pero - y esta es la despiadada crítica marxista, que heredará íntegra el revolucionario Lenin- los mecanismos de la democracia así entendida no alcanzan a las condiciones de vida del trabajador. Y ello por una razón: para Marx éste se identifica con el asalariado, que acude al mercado laboral a vender su trabajo como si de una mercancía más se tratara, y que agota ahí toda su actividad. Explotado por el mercado laboral, separado de su producto por el salario, le son ajenas a su ser las votaciones, los partidos o la libertad de prensa. Estas le ofrecen simplemente una ilusión de participación y de gobierno, con unos mecanismos democráticos aparentes: es decir, meramente formales.

Desde este primer punto de vista, la democracia formal lo es porque es ajena a las necesidades reales del proletariado, al situarse en un "espacio" que le es ajeno. Pero hay un segundo aspecto, en el que la democracia formal juega un papel paralelo al que Marx otorga a la religión: es una forma de dominio. Tanto sus mecanismos institucionales como su justificación: "sólo en nombre de los derechos universales de la sociedad puede una clase determinada arrogarse el dominio universal" afirma en su "Introducción para la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel". La burquesía, el capital, utilizan la democracia formal como forma de dominio y enmascaramiento. Dicho en otros términos, no sólo es falsa porque el trabajador no participe en verdad del gobierno; es también opresor, porque crea en el trabajador la falsa ilusión de ser dueño de su destino.

¿Cómo romper esa situación? Siguiendo es esquema sociológico marxiano, desenmascarando primero la naturaleza del sistema. Más allá de eso, puesto que para Marx el ser del hombre se agota en su carácter material y trabajador, la libertad debe desarrollarse plenamente en la sociedad civil, y no en un plano espiritual o superior: “la vida política del ciudadano es la región etérea de la vida civil”. pero el problema sigue sin resolver: ¿Cómo solventar esa ruptura, es decir, como convertir una democracia formal en una democracia real? Básicamente, logrando que las libertades burguesas, limitadas al orden político, se puedan extender al económico, que es el orden en el que se mueve la naturaleza del hombre concreto: traer la universalidad que Hegel había situado en el orden político al mundo material del proletariado y en definitiva del hombre concreto.

Y eso es posible, como resulta fácil de deducir, con la toma de conciencia proletaria y el estallido revolucionario: "cuando el proletariado anuncia la disolución de todo el orden hasta ahora existente, expresa sólo el secreto de su ser, puesto que éste es la disolución práctica de aquel orden de cosas. Cuando el proletariado quiere la negación de la propiedad privada, sólo eleva como principio de la sociedad lo que ya la sociedad ha elevado como su principio, lo que en él sin su cooperación está ya personificado como resultado negativo de la sociedad". El proletariado y la revolución resuelven la cuestión, porque extienden a la sociedad la libertad política, o elevan a la sociedad civil al campo de la política sustituyéndola y acabando con su doble carácter formal: falso y opresor.

Y para ello, sólo hay un único camino: la supresión de la propiedad privada y la nacionalización de los medios de producción. Con la supresión de las particularidades propias de la sociedad civil -que en el capitalismo no son otras que las de la propiedad privada- y la propiedad colectiva de los medios de producción, se introduce el interés general y la universalidad allí donde es importante: el mundo del trabajo y de las necesidades materiales.

Al final, el paso de la democracia formal a la real es únicamente posible mediante la eliminación del sistema capitalista, porque es éste el que pone a unos hombres al servicio de otros y a todos al servicio del mercado. El sistema, además, no admite reformas, porque el carácter formal de la democracia burguesa deriva de lo que Montesquieu llamaría naturaleza del régimen. El sistema no es reformable, y la democracia real sólo es posible mediante la revolución que acabe con las libertades burguesas y con las condiciones económicas que la hacen posible y las sostienen. Es la revolución.

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